OPINIÓN | J. AMIGUETTI | Sí, el alcalde de Benalmádena es un showman, un término para muchos conocidos, sobre todo en el mundo del periodismo, que viene a describir a todo aquel que actúa en un show en el que siempre quiere ser la estrella, el presentador y el animador al mismo tiempo. Verlo sobreactuar cada semana, cada día, lo están convirtiendo en un fanático de las cámaras. Para prueba de ello, la entrevista que todas las semanas le realiza un canal de la provincia, porque, aunque el primer edil socialista no lleve el chándal de Venezuela, es el mismo canal que emite telemaratones de su gestión pero obvia y margina al resto de líderes de la oposición, a los que no hace entrevistas, y a los que, más allá del pleno, apenas le da cinco minutos a la semana para una noticia de entre las 100 que publica a todas horas y repite en distintas emisiones sobre el equipo de gobierno. Pero eso no es propaganda, como tampoco Navas, un showman.
Porque digámoslo abiertamente, no reconocerá que es un showman porque showman y propaganda van juntos de la mano, como los 560.000 euros para otro medio de comunicación que se gasta en publicidad y publicación de notas de prensa en solo cuatro años, medio que curiosamente tampoco publica nada de la oposición. Hablemos claro porque tampoco está a gusto con eso de que le lleven la contraria, incluido los suyos. Las críticas de los de su partido se producen cuando no está, en los corrillos de actos.
Porque este alcalde ve una cámara y un micrófono y entra en euforia, todo sea por hacerse la foto, eso le lleva a perseguir al consejero de Turismo, Juan Marín, junto a sindicatos de Tívoli, o a ponerse a las puertas de Diputación para montar otro show, a ver si así le hacen caso también en su partido, que últimamente está cuestionando la gestión en Benalmádena ante las numerosas críticas que la obra del carril único le están llegando. El show del alcalde también se traslada a los plenos, quien como en Tómbola, realiza insinuaciones al resto de la bancada de la oposición a la vez que ordena apagar el micro a todo aquel que responde a sus alegatos de poder. Es lógico que un showman necesite tener la última palabra, ganar un debate pese a perderlo con argumentos, y si lo pierde, de manera fortuita, falla el sonido del canal que emite una entrevista cada semana y los que siguen el debate en directo se quedan sin oír a la oposición hablar de lo que no le gusta al alcalde. Problemás técnicos, sí, pero despilfarro en estos medios también. Ha sido tan showman que ha llenado la sede del PSOE de afiliados, pero casi impedido a los vecinos asistir a los plenos. Es un demócrata de los de antaño… de los del ordeno, mando y solo yo.
Sí, tristemente, un showman, socialista como los de antes, que tiene la hemeroteca como mejor testigo de ello, pobres trabajadores de Tívoli a los que está utilizando, un drama familiar de decenas de familias cuyo conflicto respira ya más de siete años, los que Navas lleva gobernando. Pero la culpa, según Navas, la tiene la Junta o la Diputación- cuya fijación es preocupante-, obviando que ninguna de las dos administraciones tiene competencias. Pero todo esto tiene un sentido, lo hace para que no se hable de la decadente situación que vive el Puerto, sin pena ni gloria, sin acto reconocido más allá que la condena a pagar por su nefasta gestión. Porque su gestión es nefasta, ni los semáforos funcionan… no está en el día a día, más allá de tirar el dinero de los benalmadenses en suelo noble para la Avenida Alay, tres millones de euros, o lo que se va a gastar en obras y obras mientras la desidia se apoderará de quienes las sufran, ya vivan en la costa con el carril único, como tengan un comercio al lado de ese monocarril: para esos, ni un céntimo, que no nos votan.
Porque este alcalde, que también es capaz de subirse a un escenario a tocar en un concierto de otros grupos invitados al municipio, como capaz de aparecer en una película de promoción de Benalmádena para FITUR como si fuera un extra en un video que probablemente hayan pagado todos los benalmadenses, o vestirse de Rey Mago y pasearse en un descapotable para la Cabalgata, o lo que es peor, que sea sospechoso-, al menos así lo publicó en su día Onda Cero y el PP solicitó una investigación que se rechazó-, de ser acusado de crear cuentas falsas en redes sociales utilizando su correo corporativo del Ayuntamiento. Todo eso es el alcalde de Benalmádena, o lo que parece, que para él todos son malos y él, el mejor, muy bueno, está encantado de conocerse. Navas, en el cargo va la carga y 88.000 razones al año.
Igual no es un showman, el tiempo dirá, lo que parece claro es que es un profesional de la política y lo es tanto que, cuando el sillón peligra, es capaz de cambiar digo por Diego y Diego por lo que sea. Así está, vinieron a visitarle los del PSOE a la costa y 24 horas más tarde quitó bolardos, volvió a los cuatro carriles y se dio golpes de pecho asegurando que es un demócrata: voy a consultar si la gente quiere esta obra al mismo tiempo que adjudico contrataciones relacionadas con ella. Pero la culpa la tiene Diputación, la Junta… Ya lo dijo el presidente de Diputación claramente: el alcalde decide cuáles son sus prioridades y para tapar su mala gestión, busca un enemigo exterior. No le falta razón, en su propaganda Navas es agotador. Pero si sigue gestionando así, Navas igual debería empezar a pensar que ya tiene el enemigo en casa, en la casa socialista, tal vez, un exalcalde y algunos de los que en su día le acompañaron.